Ni brillante ni en total oscuridad. Así pasan los días, las semanas y los meses. Porque las sombras no saben de tristeza profunda o de amor verdadero. Sí, son como seres inertes que asombrosamente, siguen respirando y moviéndose. Cada una a su ritmo, que por ganas no son.
Recibimos miradas llenas de envidia, indiferencia, tiernas o de incredulidad. Miradas que, al fin y al cabo, juzgan de un sólo vistazo. Unas más acertadas que otras pero todo el mundo tiene algo que decir. La paja en el ojo ajeno siempre se ve más colorida. Erramos pero nunca reconocemos nuestra culpa.
Si, erramos una y otra vez, y nos concienciamos de la rectitud del buen camino que seguimos. El autoengaño siempre funciona. Nubes de mentiras que intoxican nuestros pulmones. Castillos de pensamientos que se evaporan con los primeros rayos de luz al llegar el alba.